Testimonio Claudia Ulloa Miranda





Ha pasado ya una semana desde que mi hijo Benjamín, cumplió 18 años. Es mi hijo menor, lo que invita a reflexionar que ya no tengo “niños “. Me pregunté cómo quería yo su madre, celebrárselo. Como quería que se acabara el último momento de su infancia o como quería, fuera el primer rito de su entrada al mundo adulto.


Le pregunté a él y obviamente pidió una fiesta, accedí... ahí estaba su entrada al mundo adulto , iban a poder tomar trago “oficialmente”. Pero yo, ¿qué quería entregarle ese día?


Entonces me fui a su vida, recorrí muchos momentos de su infancia y en mi mente y corazón surgió la emoción, la alegría, la gratitud de haber podido acompañar, educar, amar en salud y relativa coherencia a mi hijo.


La gratitud apareció en y con cada uno de los lugares que “mi Benja “había asistido. Y ahí entonces recordé, su Jardín de Providencia: Big House.


Fueron más de dos años en donde él recopiló recuerdos e información que aún tiene presente.


Nos abrieron el jardín el sábado que cumplió años, en el recorrido, iba recordando momentos, rutinas, juegos, claramente eran tiempos de cariño, seguridad y alegría.


No recuerda qué tías eran, sin duda podría haber sido cualquiera, eso muestra el sello abrazador de todas y que el jardín tiene desde su dueña.


¡GRACIAS Big House! Gracias a todas ustedes por generar recuerdos imborrables y llenos de amor para mi Benja.


Esa fue la forma en que quisimos celebrar el último día de “Niño” a Benja, paseándolo por lo que había sido su vida hasta el día de hoy.