ninos BigHouse, 10 mayo 2022

Los 10 puntos clave para alcanzar una educación emocional en casa

Porque una educación emocional comienza en casa, en esta oportunidad expondremos una guía práctica para saber cómo ayudar a nuestros hijos a comprender y regular sus emociones.

1. Crear un apego seguro con tus hijos.

Lo mejor que podemos dejar a nuestros hijos, es una vinculación emocional sana.

Hemos de entender, que el modo con el que nosotros nos relacionamos con nuestros hijos, será el patrón con el que ellos se relacionarán con el resto de personas que crucen por sus vidas.

¿Cómo generar un apego seguro con tus hijos?

  • Dar siempre cariño, comprensión, protección y ayuda al niño/a..
  • Responder a sus necesidades fisiológicas, cognitivas, afectivas y sociales de forma empática, responsable y responsiva.
  • El niño/a debe sentirse aceptado e importante por sus padres de modo incondicional.
  • No evitar ni quitar importancia al mundo emocional del niño/a.
  • No sobreprotegerlo ni traspasarle nuestros miedos y preocupaciones. Por el contrario, debemos inspirar seguridad y protección.
  • Fomentar la autonomía y confianza en sus posibilidades.
  • Debemos ser cálidos y afectuosos.
  • Debemos ser sensibles a sus necesidades y emociones.
  • Mostrarnos disponibles y receptivos.

2. Empieza por ti mismo.

Si queremos llevar una educación emocional en casa, los adultos, somos los primeros que hemos de entender que son las emociones, como reconocerlas, regularlas y expresarlas.

Para reconocerlas en una dirección sana, vamos a recordar un poema de Charles Chaplin.

Cuando me ame de verdad.

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… Autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… Autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… Madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… Amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… Plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero…, cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… ¡Saber vivir!

3. La comunicación.

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Nos encontramos en un punto muy importante. La comunicación, el diálogo y la convivencia, son factores que deben reinar en nuestro hogar para que todos puedan expresarse libremente, pues el modo en el que hablemos a nuestros hijos, marcará su vida hoy y mañana.

De esta manera; si le respetas, el/ella respetará. Si le gritas, el/ella gritará.

Las palabras tienen un poder muy profundo y más aún si son pronunciadas por personas relevantes para nosotros. Pues estas pueden sanar o herir, alentar o desmotivar, generar seguridad o miedo y también odio o amor.

4. Empatiza.

A lo que comúnmente llamamos: "ponerse en los zapatos del otro", eso es empatía. Es la capacidad de conectar y comprender los sentimientos y emociones de quién tenemos a nuestro lado.

Es lo que debemos hacer con nuestros hijos. Ponernos en su lugar. De esta manera conseguiremos dejar de juzgar sus emociones, para verlas desde su propia perspectiva. En este punto es donde podremos entenderlos, para atender correctamente a sus necesidades emocionales.

A través de la empatía, podemos calmar o tranquilizar al niño de una fuerte carga emocional como la ira, el miedo o la tristeza.

Por otro lado, con el ejemplo estaremos enseñando y desarrollando en ellos la empatía, que es la base de las habilidades y conductas pro-sociales. Es decir, hacer algo por los demás sin esperar nada a cambio.

5. Ante todo, respeto.

El respeto debe ir en todas direcciones, tanto hacia las necesidades del niño, a las propias ya las del entorno.

Para enseñar a un niño a respetar, antes, debemos respetarle a él. Es por esta razón que ridiculizar, amenazar y avergonzar, son acciones que no pueden tener lugar. Pues serán niños pequeños y con poca experiencia, pero aun así, son personas que han de ser tomadas en cuenta y respetadas.

Una buena forma es hablarle como si lo hicieras con algún adulto, siempre teniendo en cuenta las palabras que usamos para que sean entendidas por el pequeño.

Recuerda las palabras de Confucio:

"Nunca impongas a los demás lo que no aceptarías tu mismo"

Esto implica abandonar: castigos, gritos, chantajes y amenazas.

Sigue nuestros consejos con tu hijo y ve cómo evoluciona. En nuestro próximo artículo continuaremos con los próximos cinco puntos clave. ¡No te los pierdas!


6. Conocer y reconocer emociones.

Ayúdale a ser consciente de sus emociones.

¿Cómo hacerlo?

Podemos ampliar el vocabulario emocional y con este contarle a menudo lo que tú sientes. Por otro lado, describir y explicar a nuestros hijos las experiencias que les vemos transitar.

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7. Validación de la emoción.

Siempre debemos tener en cuenta que existen emociones innatas que se presentan de manera involuntaria e inconsciente.

También es necesario entender que no hay emociones buenas o malas, más bien, emociones agradables o desagradables. De igual manera, todas aportan en esta materia y de todas se puede aprender.

Entonces, al reconocer una emoción en nuestros hijos, es momento de validarla. Es decir, hacerle ver que es normal sentirse así.

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Una vez más, nos encontramos en un punto de suma importancia, pues si no legitimamos las emociones de nuestros hijos, estos dejarán de contarnos lo que sienten, a la vez que aprenderán a reprimir sus emociones, lo que es devastador para su bienestar.

Sin embargo, hay otro factor a tener en cuenta.

Cómo padres, es de mucha importancia poder discernir entre emoción y conducta. La emoción es una reacción psicofisiológica que se genera ante un estímulo o situación, mientras que la conducta hace referencia al modo en el que nos comportamos.

8. Enseñarles regulación emocional.

Los niños llegan al mundo como un libro en blanco. Es por esto que en sus primeros años de vida, las emociones han de ser reguladas en casa. Una habilidad que otorga la experiencia desde un trabajo a realizar día a día.

Para acercarnos a una regulación emocional, existen pautas, trucos y estrategias en los que profundizaremos en el próximo artículo.

9. Habla su mismo idioma

Recuerda que los niños aprenden jugando, y es precisamente el juego, el mejor idioma para ellos.

Cuando un niño juega solo, con amigos o con sus padres, está desarrollando ciertas habilidades y destrezas, tanto en lo social, emocional, físico y cognitivo.

Entonces, para enseñar estas habilidades a nuestros hijos, podemos jugar con ellos. Ideal al aire libre y a juegos poco estructurados que se desempeñen en equipo, para así favorecer la colaboración, la motricidad y la creatividad. Pero que también existan momentos de espera, turnos, aburrimiento, tolerancia y frustración.

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10. Fórmate.

Si has llegado hasta aquí, entonces ya has comenzado con el punto 10 (fórmate). Se trata de aprender, para luego aplicar.

Nuestros padres nos enseñaron lo mejor que pudieron y nosotros queremos hacer lo mismo por nuestros hijos. Hoy, la neurociencia e infancia han avanzado lo suficiente para darnos claras directrices en dirección a la formación de nuestros hijos.

La información está y ahora depende de cada uno de nosotros aplicarla en casa.

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